domingo, 17 de febrero de 2013

Frontera entre lo real y lo imaginario


 
Todo es según del color del cristal con que se mire:
Darnos cuenta de que nos pasamos la vida influidos por personas, o situaciones que nos condicionan, que no somos dueños ni de mirar la realidad con sosiego, sin enfados, ni ansiedad, es necesario para salir de esta situación. Si estás dormido no serás capaz de ver la realidad hasta que despiertes, pasará la vida sin que la hayas vivido o la habrás vivido bajo las ‘’órdenes’’ del exterior. Vivimos por ello programados y damos la respuesta esperada ante situaciones determinadas, sin pararnos a pensar si esa situación es verdadera o no.
Estar despierto es aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. ¿Qué hace falta para despertarse? Solo hay que salirse un poco de los límites que nos han inculcado, atreverse a ver más allá de lo que solo creemos que hay, y mirar con otros ojos a una realidad distinta. No debemos guiarnos por lo que ya conocemos sino buscarle un nuevo sentido a la vida y descubrir un mundo nuevo. ‘’ Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad.’’ Nada es verdad ni mentira. ¿Qué es real y qué imaginario?, ¿Existe realmente la frontera entre ellos dos? Una vez me contaron una historia de un hombre que a la hora de cruzar la frontera en avión entre España y Francia esperaba ver un gran muro que las separase. Pero no lo encontró. ¿Porqué? Porque las fronteras son ideas que tenemos en la mente y no son reales aunque al creer en ellas las hacemos reales. Algo parecido le pasó al elefante que por culpa de pasar su infancia atado a una estaca de hierro, cuando creció se hizo a la idea de que nunca podría escaparse y dejó de tirar aún pudiendo arrancar la estaca con un solo tirón. Esto demuestra que dependiendo del punto de vista que tengamos de las situaciones las podremos afrontar de distintas maneras, sabiendo que ese punto de vista se nos viene inculcando desde pequeños. En nuestro caso lo que nos impide poder pasar de la frontera y cambiar nuestro punto de vista es el miedo a lo nuevo.
Saber que todo es según del color del cristal con que miramos nos da la libertad de elegir de que color queremos ver las cosas y las situaciones. La realidad de las cosas es difícil de percibir sin teñirla con nuestra propia subjetividad, generada por nuestras experiencias previas durante nuestra vida.

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