domingo, 21 de octubre de 2012


EL PRINCIPIO DE UN FINAL




La muerte es lo que nosotros llamamos “el final de la vida”, para algunos es el comienzo de otra vida. Para otros es una gran pantalla negra donde su alma desaparece para no volver nunca.

Desde un principio, cuando el ser humano empieza a tener conciencia de sí mismo, ha intentado dejar su huella, ya sea con un dolmen, con el Taj Mahal, o con una simple lápida en el suelo. El sentimiento de trascendencia es una forma de amarrarse a esta vida, que todos a lo largo de nuestra existencia vamos desarrollando poco a poco.

La muerte hoy en día está enfocada más como un “fracaso” que como un acto que debe suceder, puesto que el ser humano dedica la mayor parte de su vida a procurarse una existencia lo más satisfactoria y larga posible. Cuando esto no es así, se sobreentiende que algo ha fallado, pero no como algo inevitable.

Nosotros siempre nos aferramos a lo conocido. Tenemos la tendencia a evitar preguntas como “¿Qué hay detrás de la vida?”, ¿Para qué luchamos tanto si al final todos acabaremos bajo tierra?”, porque la muerte viene y nos lleva, pero  ¿A dónde? Lo malo  de estas preguntas es que por mucho que nos esforcemos, el misterio no lo vamos a poder resolver hasta que lo comprobemos nosotros mismos, dejándonos llevar hasta la muerte. La muerte en sí se basa en la suposición, en un acto de fe porque no vamos a poder saber qué pasa en realidad.

Dicen que “no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo has perdido”, si al fin y al cabo la vida es lo único que tenemos y la muerte nos destruye por completo, no merece la pena esperar  a ver qué hay después de esta vida para aprender a valorar el hecho de que estés vivo. Porque por gracia o por desgracia el ser humano necesita ver para creer.

Desde pequeña siempre he pensado que si estamos aquí es para algo y, aunque a veces viene bien preguntarse si merece la pena la vida, hay que aprovecharla al máximo. Si de todas formas no tenemos seguro que hay después de todo, ¿Por qué no esforzarse en llevar el presente como se merece  y dejar que la muerte llegue cuando nos toque? Pues ese es otro obstáculo, no sabemos en qué momento la muerte va a llamar a nuestra puerta para quitarnos nuestra vida, o darnos otra. Quién sabe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario